Hoy escribo aquí sobre una reciente conversación (con una persona la cual tenía yo por culta) en la cual se me aseguraba de forma tajante que existían siete continentes y no cinco, como hasta ahora yo tenía entendido. Tantos años de escolarización en escuelas tanto públicas como privadas, pasando por todos los ciclos habidos y por haber, desde educación preescolar hasta la universidad, clases particulares y hasta algún que otro curso de verano; y todo para estar tantos años engañado, pensando ingenuamente que con los dedos de una mano podía contar los continentes.
La “verdad absoluta” que se me planteó se basaba (según esta persona) en que al parecer, como un argentino no se parece a un estadounidense, pues no se podía admitir que ambos fueran del mismo continente. Así que hay que dar por hecho que Colón descubrió 3 continentes distintos, América del Sur, América Central (incluido el cinturón del Caribe) y América del Norte; sin olvidar por supuesto que al hablar de “América” nos referiremos única y exclusivamente a Estados Unidos: Bien es cierto que existe la sub-división entre Norte, Centro y Sur, pero es una cuestión política, por cuestiones prácticas de organización y realización de eventos. Si no fuera así, la Copa América de Fútbol que organiza la CONMEBOL sería tan larga como el propio Mundial de la FIFA, pues tendría que acoger una competencia con más de 30 naciones participantes. A pesar de todo esto ruego desde aquí a mis amigos argentinos, brasileños, colombianos, venezolanos, dominicanos y mexicanos que hagan el favor de no autodenominarse “americanos” puesto que el continente americano no existe de forma única; al demonio cinco Siglos de historia, Simón Bolívar, y todos los manuales educativos del mundo.
Ahora bien, después de esta afirmación sin sentido (y de muchísimas carcajadas), asaltan mi mente tres ideas. La primera de ella es que si los continentes se delimitan por el parecido de sus habitantes, entonces también debemos sacar a España y a Portugal de Europa porque no tienen nada que ver con Noruega y Suecia, o por ejemplo que hacer con países como Rusia y Turquía que ocupan dos continentes. Y ya ni hablar de Israel, la India y Japón todos pertenecientes a Asia. En segundo lugar pienso que habría que avisar con premura al Comité Olímpico Internacional para que cambien la bandera de los juegos, pues sólo cuenta con cinco aros y no con siete. Y como tercer y último pensamiento, me asalta la duda, no sé si teorías como esta de los siete continentes son producto de un racismo estúpido o de una cultura neófita; en cualquier caso lo que es real y verídico es que me da vergüenza ajena e indignación tener que hablar de estos temas en pleno Siglo XXI.
