3 de junio de 2009

Los publicistas no viven en este mundo

La publicidad es algo que no deja indiferente a nadie; como todo en la vida tiene sus pros y sus contras. Hay anuncios que podríamos decir que se hacen a la carrera en un fin de semana, que no transmiten nada y no pasan a la historia, y otros que por su música, su mensaje o su espectacularidad pasan a la memoria colectiva de las generaciones. Tantos comerciales y sintonías que me vienen ahora a la mente entre los actuales, y los que vi en mi infancia, tantos que sería difícil hacer una lista detallada de ellos.
Ahora bien, hay algo que tienen en común la mayoría de los anuncios publicitarios sean o no memorables, y es que muestran unas realidades totalmente distorsionadas con la realidad de la calle. Obviamente la idea es vender un producto (y algunos son muy complejos de anunciar) pero señores publicistas ¡basta ya de tomarnos por tontos!, sinceramente los publicistas se emborrachan antes de crear un anuncio o sencillamente viven en otro planeta o en una realidad alternativa, y si no es así que me expliquen una serie de puntos sobre los anuncios más frecuentes. Empecemos primero por los anuncios de cereales para el desayuno, que siempre muestran a la familia sonriente a primera hora de la mañana sin prisa ninguna en una cocina de tamaño XXL. Me pueden decir a mi quien está tan contento a primera hora de la mañana, tan sumamente relajado y además ¿dónde han preparado el desayuno? porque la cocina está siempre impoluta; y ya puestos a dudar ¿es que todas las familias tienen esas cocinas?, evidentemente los publicistas no han vistos los nuevos apartamentos de 40 m² o menos. En segundo lugar podemos hablar de los anuncios de aparatos de gimnasia y de cremas de belleza. Siempre salen personas con cuerpos de gimnasio que no necesitan dichás aparatos, mujeres esculturales sin arrugas ni celulitis ni manchas en la piel, que por supuesto tampoco precisan de dichos tratamientos. ¿Por qué no ponen un antes y un después de gente con problemas reales?, pongan chicas con celulitits, hombres gordos, personas con manchas cutáneas que posteriormente salgan en otro anuncio corroborando la efectividad de tanta porquería que nos tratan de vender. Y por último pero no menos indignante (aunque yo como hombre no lo sufro), son los anuncios de productos para la menstruación. He visto a mujeres de mi familia pasarlo mal, he visto amigas con inmensos dolores y un humor de perros causado por esto, y aun así nos venden esos anuncios maravillosos de fiestas y alegría en medio de un paraiso casi angelical o retozando sobre un bosque de amapolas y lirios con frases del tipo !me encanta ser mujer! , por favor un poquito de respeto, que en esos días del mes algunas mujeres hasta quisieran ser hombres. Sinceramente la publicidad nos trata como a borregos, pero de lo que no tengo duda es que me encantaría vivir en esa dimensión paralela donde viven los publicistas.